El Apóstol, primera película de animación, era esencialmente una sátira política donde se caricaturizaba gentilmente al entonces presidente de la Nación Argentina Hipólito Yrigoyen.
En un tema recurrente en nuestra historia, el personaje que encarna a Yrigoyen, trata de limpiar la ciudad de inmoralidad y corrupción.
El protagonista asciende al cielo y como resultado de un encuentro con Júpiter el dios del trueno, utiliza los flamígeros rayos de la deidad para incendiar la ciudad.
Yrigoyen reduce la ciudad a cenizas para su purificada reconstrucción, pero súbitamente despierta y se da cuenta de que todo fue un sueño.