López Naguil, Gregorio

 

Pintor, escenógrafo e ilustrador argentino, nació en Buenos Aires el 15 de marzo de 1894 y murió en la misma ciudad el 13 de diciembre de 1953. Se formó en el estudio de Ernesto de la Cárcova y al igual que los otros jóvenes de su generación, se trasladó a Europa. En Barcelona fue alumno de Francesc Galí y en París de Desiré Roca, además de frecuentar la academia Viti, lugar que le permitió entrar en contacto con Anglada Camarasa,convirténdose en uno de sus discípulos. Tal vez sea el que más se ha acercado a sus aprendizajes, esencialmente por lo que respecta al barroquismo,el color exaltado y el sentido decorativista de la obra. En verano de 1913 visitó Mallorca, aunque hemos de esperar entre los años 1918 y 1922 a que establezca su domicilio, en concreto en la cala San Vicenç, donde entabló una fuerte amistad con los artistas locales o que temporalmente vivían en la zona, especialmente con Tito Ciadini. En la cala San Vicenç pintó la serie dedicada al «Pi de Formentor» y al «Cap del Pinar». Resulta sorprendente que durante su estancia en Mallorca haya pasado casi desapercibido para los intelectuales de la época, cuando había participado en acontecimientos internacionales relevantes como el «Salón Nacional de Bellas Artes» de Buenos Aires, donde obtuvo el primer premio por la obra «El chal negro.
Participó junto a artistas argentinos en el «V Salón de Otoño» celebrado en Madrid en el año 1924. La obra «Viejo pino» calificada como sumamente vigorosa fue realizada en Mallorca, motivo por el que quedó vinculado al grupo de artistas argentinos que trabajaban y vivían en Mallorca: López Naguil, artista minucioso y complejo cuyo talento interpretativo nos ha llamado tanto la atención en sus ilustraciones de asuntos literarios, exhibe su «Viejo Pino», paisaje impregnado de profunda melancolía, y en el que se advierte un sentido del color y la luz, exquisito y refinado. A su regreso a Argentina, trabajó como profesor de pintura y escenógrafo de los teatros Cervantes y Colón , y en el año 1928 participó en la «Exposición de pintura de Mallorca», en la que presentó tres temas: «Reflexos», «Darrers raigs» y «Vall de Colònia» además de realizar el cartel anunciador de la misma.

En 1931 participó en el «Salón de Otoño» organizado en Palma por las «Galeries Costa» con la obra «El Pi de Formentor». En el mes de agosto del mismo año había presentado en las «Galerías Witcomb» de Buenos Aires dos pinturas, y 37 dibujos en la «Exposición Conjunto Argen􀆟no». Las pinturas corresponden a dos temas mallorquines, «Pinos en la playa» y «Pino de Formentor». En el año 1948, coincidiendo con una estancia temporal en Mallorca, el «Círculo de Bellas Artes» de Palma le dedicó una muestra. Si bien la prensa sólo la reseñó parcialmente, aprovechó la circunstancia para referirse a Anglada Camarasa: …El caso estético del reencuentro con el paisaje, corolario a la indudable e indiscutible trasvasación de valores. López Naguil, frente al tema de Pollensa, encuentra un aspecto pragmático. Como otrora Anglada Camarasa solo aprehende y capta lo de más gracioso –no grandilocuente- que hay en la costa Brava pollensina. De sus pinos, por ejemplo, no recoge la joven verticalidad característica de Formentor, sino el despeinado forcejeo con los elementos que tenía el de Costa…

Planteamientos estéticos y producción artistica

La trayectoria artistica de Gregorio López Naguil estuvo marcada por una producción artistica muy diversa. Trabajó desde la temática del paisaje naturalista en tono impresionista hasta representaciones de Oriente en un simbolismo decorativista. En gran parte de su producción artistica siguió los planteamientos estéticos de su maestro Anglada-Camarasa, sirviéndose de los recursos formales del decorativismo y del simbolismo formalista.
En su obra como ilustrador se advierte una clara influencia de los recursos lineales del Art Nouveau, de la temática decadentista y a su vez del japonismo. El artista coleccionó gran cantidad de objetos orientales que guardó en su estudio. Una entrevista que se realizó para La Prensa se acompañó de una fotografia del artista en su estudio donde aparecieron estampas, máscaras, escudos, indumentaria, netsukes y abanicos de Japón, y también algún que otro busto egipcio . Este interés por el coleccionismo asiático lo recogió de Hermen Anglada-Camarasa. Anglada-Camarasa participó en la Exposición Universal de Barcelona a 188840 coincidiendo con la gran representación japonesa; llegó a París a 1894 en el momento en que se estaban abriendo puertas a todas las tendencias y novedades artisticas dominando el decorativismo, fomentado por las enseñanzas de las artes industriales renovadas y aplicadas desde la esté􀆟ca naciente del Modernismo. A través de la academia, aprendió las formas de arabescos, los colores dorados y brillantes, y la práctica de nuevos valores del color ornamental para la representación de la realidad. Los primeros maestros que influyeron en la pintura de Anglada-Camarasa fueron el pintor orientalista Benjamin Costant y el profesor Jean Paul Laurens, de la Academia Julien.
En esta academia se formó acompañado de los Nabis y se relacionó con el arte que venia de Oriente. El maestro coleccionó estampas japonesas, Mangas, así como diferentes objetos, indumentaria, incluso mobiliario asiático. No hay certeza de si Gregorio López Naguil adquirió las estampas japonesas y otros objetos asiáticos en París o bien directamente en las casas comerciales asiáticas en Buenos Aires. Como consecuencia de la inmigración japonesa en Argentina, el comercio argentino-japonés y la importación directa de manufacturas asiáticas en Buenos Aires se iniciaron en los últimos años del siglo XIX. Pero desde mucho antes ya se trajeron objetos de arte y fantasías orientales procedentes de Europa. Los bazares o casas de Oriente acostumbraron el gusto de los argentinos al exotismo.

Trabajos

La seducción oriental
En 1916, el escritor argentino Carlos Muzzio Sáenz-Peña publica un libro a􀆡pico, Las veladas de Ramadán. Cuentos, apólogos y leyendas de la Persia islamita. Se trata de una obra que presenta una serie de historias de inspiración y delicadeza oriental, al estilo Las mil y una noches. De ese hermoso libro, que si todo sale bien estará de vuelta en las librerías argentinas en 2016, recupero estas ilustraciones del genial Gregorio López Naguil.

lustraciones orientalistas: páginas literarias
Las ilustraciones en la obra de Gregorio López Naguil también son testimonio de esta difusión de Oriente en Argentina. Las páginas literarias afirman que en Argentina durante los años veinte se conocían los clásicos orientalistas y que además se había difundido la imagen de Oriente. El artista tuvo que tener contacto con las fuentes de la estética oriental para servirse de ellas en la representación. Posiblemente estampas japonesas. En la
ilustración que realizó para acompañar Historia de la dama del abanico blanco de Anatole France se sirvió de la estética japonesa para la reproducción de los personajes incluyendo las tipografias de los titulos a modo de kanji. Otro ejemplo de ilustración japonesa para páginas literarias fue la de El retorno de la muerta de Lafcadio Hearn. A esta reproducción de textos japoneses, recogida en su momento por Lafcadio Hearn, Gregorio López Naguil también la acompañó de la imagen japonesa. En ambos casos advertimos, por una parte, la difusión de la cultura japonesa a través de las páginas literarias y, por otra, de la difusión estética japonesa a través de la imagen. En otros casos se acercó a otros «Orientes» como en «Medallones marinescos: Un Nelson Coreano» de Etiore Bravetia.

Anuncios publicitarios
A través de la publicidad, y como repercusión de la vida moderna, se generó entre la sociedad burguesa el contagio hacia la moda por los productos de Oriente. Sobretodo, fueron las mujeres quienes demandaron los kimonos, sombrillas y abanicos siguiendo la moda de París. La ilustración en la publicidad rompió con la normativa de la estética hegemónica hasta este momento y persiguió dar elegancia a la imagen de marca a través de las alusiones a Oriente con una ambientación exótica. En la ilustración para el anuncio «Simón Arzt Cigaretie. Cairo. Port Said» Gregorio López Naguil se sirvió del Oriente egipcio. Representó a una figura femenina en una escena de danza con indumentaria característica y un paisaje de fondo formado por minaretes y cúpulas evocando el entorno de la ciudad oriental. Esta ilustración tiene su paralelo en la que realizó P. Téra para el concurso de carteles «Cigarrillos París» (1902). Este artista argentino, para el cartel del anuncio «Cigarrillos París», hizo una réplica de la portada de Le Japon artisti que, la del número 10 de febrero de 1889.
En el Primer Salón Nacional de Artes Decorativas (1918) Gregorio López Naguil presentó varios dibujos de tinta policromada en el que desmarcó un friso griego desarrollando una teoría litúrgica en delicadas actitudes coreográficas60. Estas ilustraciones son un ejemplo de la influencia de la línea Art Nouveau en su producción artistica y a través de esta tendencia también se advierte la presencia del japonismo61. Entre los recursos formales siguió el predominio lineal, la utilización de los colores planos, los formatos alargados, las diagonales, los silueteados y los contornos bien definidos y un gusto por el decorativismo organicista; en la temática se sirvió de objetos y temas exóticos.