Yente es el seudónimo artístico de Eugenia Crenovich, quien nace en Buenos Aires el 6 de noviembre de 1905 y fallece en la misma ciudad el 28 de noviembre de 1990. Es la menor de cinco hijos de una familia judía originaria de Rusia –actual territorio ucraniano– que llega a la Argentina en el siglo XIX para integrarse a las colonias fundadas por el barón Hirsch.
Pintora, ilustradora y ensayista, estudia Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, de donde egresa en 1932. Realiza prácticas artísticas en el taller de Vicente Puig en Buenos Aires y en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Santiago de Chile. Allí asiste, entre 1933 y 1935, al taller de pintura y composición de Hernán Gazmuri, estudios que continúa en el taller libre, abierto por el pintor chileno, luego de su forzada desvinculación de la enseñanza oficial.
En 1935 se relaciona con Juan Del Prete, y desde 1937 –sin desdeñar la figuración que, en forma paralela, cultiva a lo largo de toda su vida– participa en los inicios de la abstracción en la Argentina, y se constituye así en la primera artista mujer de nuestro país que adhiere a esta corriente.
Con esta modalidad, en 1945 comienza a hacer relieves y objetos constructivos en celotex, un material blando que le permite tallar sin dificultad. De 1957 a 1958 realiza tapices abstractos con lanas e hilos de colores combinados con pintura. A partir de 1957 se vuelca hacia el “impresionismo abstracto”, una pintura no figurativa de conformación libre, resuelta con breves pinceladas empastadas que hacen vibrar la superficie del cuadro.
Recurre al collage desde los años 40 con el propósito de introducir acentos texturales a su pintura –sobre todo en sus libros ilustrados– y, a partir de los años 60 lo utiliza en forma decidida, aprovechando las calidades expresivas y connotativas de los más diversos materiales encontrados, muy particularmente, en su entorno familiar. Entre 1938 y 1984 confecciona más de veinte libros ilustrados –todos inéditos–, desarrollados sobre narraciones preexistentes o propias, algunas autobiográficas. En estos trabajos, de manera ocasional, frases breves a modo de índice, o títulos, estructuran historias que se despliegan básicamente por medio de imágenes.
Su obra, plena de sugerencias, atraviesa diversas fases que la vinculan tanto al post-cubismo y al constructivismo geométrico como a la abstracción libre. Más tarde practica una gestualidad propia del informalismo, en la que emplea los gruesos empastes de una materia densa y expresiva pero –contradiciendo las características del movimiento– sus colores son brillantes, matizados con tonalidades sutiles y finas transparencias. La figuración está en el origen de su producción y la mantiene a lo largo del tiempo, y así conserva siempre una inclinación por el dibujo de trazo preciso y acabado delicado. Exhibe los recursos de un lenguaje elaborado y probado en técnicas como el dibujo, la pintura, los relieves y objetos, el collage y el tapiz.
LIBROS DE ARTISTA
“Todos los libros son el desarrollo de un tema cuya finalidad es la ilustración, acompañados por un breve texto. A veces únicamente una frase, como títulos, como en ‘La Comedia Italiana” (tomados de canzonettas conocidas) o resumiendo obras conocidas (Petrushka) o ‘temas de la Biblia’ (José en Egipto). Cuando el tema es inventado (‘La batuta mágica’, ‘Serie de Onofrio’, ‘Un gusano como tantos’) el escrito es siempre escueto, sin pretensión literaria mínima, aunque le he dado forma de libro.”
Estos conjuntos están compuestos por un número de láminas que oscila entre 12 y 28 y cada una es una verdadera obra a la que se suman tapas, portadas, portadillas, páginas de texto, viñetas y colofones, todo ello hecho artesanalmente.
José en Egipto, Septem Dies y Circo fueron concebidos y ejecutados en 1941. Son tan disímiles entre sí que es factible suponer que, más que responder a distintas etapas de su labor, la artista determinó el estilo de cada uno de acuerdo al tema abordado. La figuración de José en Egipto es tratada con extensos planos de color apenas modulados y trazos simplificados. Para el Génesis acometido en Septem Dies, optó por una abstracción que cita, en tapa y portada, los diseños circulares de una gran ilustradora de vanguardia: Sonia Dalaunay, pero las láminas interiores presentan ondulantes y simbólicas imágenes, que metaforizan plásticamente los pasajes bíblicos de la creación transcriptos en su versión latina. Para Circo, la artista adoptó una figuración esquematizada al extremo, con la que introdujo la gracia y el humor absurdo de personajes que evocan las imaginativas creaciones de Joan Miró. En este libro que, junto a La comedia italiana y Petrushka, la artista dedicó a su marido, incluyó piolines en la tapa y en alguna de sus páginas. Fue un homenaje a las primeras abstracciones de Del Prete.
“Yente es una mujer que tiene mucho de poeta. Inventa libros poéticos, libros que no existen […] y los ilustra. Quien recorre sus páginas enmarcadas observa luego que el texto no se necesita, porque las ilustraciones de Yente lo dicen todo. […] Es muy diversa. Cuando trata temas de la tradición religiosa, como las series ‘Libro de María’ y ‘Libro de Navidad’, sus temples se ciñen a las normas de la imaginería sacra y –en el primer caso– apagan sus tonos, acordándolos con los suaves milagros que evoca. Otras veces su paleta se libera de trabas y retoza ágil, feliz. Produce entonces trabajos como la serie pintoresca de ‘Circo’, tan divertida, tan audaz, en la que se destaca un inolvidable malabarista […]”.
Únicamente realizó otra exhibición solo compuesta por libros en 1957 en la Galería Alcora. Para otras exposiciones más abarcadoras, como su retrospectiva de 1958 de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, seleccionó algunas de sus ilustraciones.
A lo largo de su carrera algunos de estos trabajos se desmembraron y dispersaron, contrariando la voluntad original de la artista, que tras renunciar a publicarlos, en principio había decidido mantener reunidos los conjuntos, considerándolos –así lo afirma en su manuscrito de 1982– como obras independientes, en pié de igualdad con respecto a sus cuadros.
Entre los libros infantiles, como el Libro de Navidad y La batuta mágica dedicados a sus sobrinos, están también los del ciclo Un gusano como tantos que incluye Cuento chino, El gusanillo intrépido y La vorágine, realizados entre 1962 y 1963, los dos últimos en Génova, cada uno de ellos con más de una versión en diferentes formatos. Desarrollan una fábula protagonizada por una familia de gusanos que aspiraban a volar. En esta ocasión Yente empleó cartulinas y papeles de vibrantes colores, incluyendo metalizados, con los que armó las representaciones geometrizadas, calando, recortando y pegando, sin mayor intervención de los medios pictóricos, excepción hecha de la escritura de algunos textos y toques que enfatizan o dan entorno a las figuras. Es en estos en donde la abstracción se vuelve a hacer sentir, sobre todo en La vorágine, en las escenas de movimiento vertiginoso.
Otros emprendimientos que por su formato –pinturas y collages de distintos tamaños, algunos montados sobre soportes rígidos– no llegaron a constituir libros, son sus poemas ilustrados. Tarde de domingo, Primavera, La ola y la luna, Noche en el mar, Las sirenas y Perico se quiere casar, son fábulas escritas en 1941 con versos sencillos y tono juguetón, seguramente dedicados a los niños de su familia.
José en Egipto
Eugenia Crenovich (1905 – 1990)
Libro de artista
1941