Julio Freire, uno de los mayores exponentes de la ilustración publicitaria y editorial argentina de las décadas 70 y 80, con un estilo inconfundible, famoso por sus vivos retratos de personajes porteños. Es conocido familiarmente como «el Norman Rockwell argentino». Tanto la temática como el trazo de Freire evocan, en efecto, el arte de su colega norteamericano, pero se distingue y caracteriza por la mirada irónica que da de nuestra sociedad. Ha realizado campañas publicitarias que perduran en el inconsciente colectivo; además de haber trabajado durante muchos años en los Estados Unidos de América.
A comienzos de los 60, cuando el dibujo comenzó a ser desplazado por la fotografía y la gráfica a perder predominio frente a la televisión, Freire se mudó a Nueva York, su arte era disputado por agencias y anunciantes Se quedó doce años. Hizo publicidad y también portadas de revistas. También tapas de libros para Penguin, Harper & Row, Doubleday y Dell.
De regreso en 1972 se encontró con una publicidad disminuida y maniatada. Prefirió dedicarse a la ilustración periodística en las revistas de la editorial Atlántida. En 1987 fue llamado por Old Smuggler para renovar los famosos carteles de La Biela; Freire pensó que debían verse, no como anuncios, sino como ventanas de la confitería, y dibujó una serie de escenas que parecían tomadas en el interior y en las que el whisky estaba siempre presente, aunque en un discreto segundo plano. Un año después recreó magistralmente el mundo de los autos, los colectivos y los camiones para el almanaque de Mercedes Benz, un medio publicitario con mucha prosapia en el país debido a las creaciones de Molina Campos y de Medrano para Alpargatas.
Freire recuerda : «Era la época del ilustrador creativo, que tenía libertad total para realizar su trabajo. Yo le decía al cliente: usted dígame cuál es su dolor, yo se lo voy a solucionar».